miércoles, 1 de octubre de 2014

En busca de un sueño, apostando a una idea.

La historia de  empresarios exitosos que empezaron por su cuenta. Ahora te cuentan como hicieron para convertir su sueño en realidad. 

Desde que tenía seis años, Andy Freire supo que quería montar su propio negocio, y ni bien pudo, lo hizo. No fue una utopía ni un deseo pasajero. A los 24 años, sin temor al fracaso y guiado por la convicción de que lo iba a lograr, renunció a un puesto en Procter&Gamble, y lanzó junto a Santiago Bilinkis, una de las mayores empresas de venta de artículos de oficina por Internet: OfficeNet. 

Quien apostó al proyecto casi a ciegas fue el padre de una amiga de una ex novia, dueño de una importante empresa de botellones de agua, que le facilitó medio millón de dólares para comenzar a rodar la iniciativa. "Lo fui a ver diciéndole que quería entender cómo era ser empresario y él lo que me dijo fue que tenía que pensar una vieja idea y ejecutarla mejor que los demás", cuenta Freire en una charla distendida de bar.



Andy es hijo de una profesora de inglés y de un médico traumatólogo. De esas raíces que poco y nada tienen que ver con el mundo emprendedor, surgieron él y su pasión por innovar y crear. Hoy, a los 40 años y con una vasta trayectoria que incluye experiencias como OfficeNet, Axialent y la más reciente Restorando, está convencido de que en Argentina abundan las oportunidades y las ideas por capturar.

Para Freire la pasión, la determinación y la inteligencia emocional son algunas de las capacidades que deben guiar a todo aquel entusiasta dispuesto a correr el riesgo de crear un proyecto nuevo. "La diferencia entre los buenos emprendedores y los malos no es la cantidad de desafíos que emprenden sino la capacidad de responder a esos desafíos de una manera distinta", señala el empresario, que además revela su intención de armar en el transcurso de este año una compañía de e-commerce en el país, junto a su mano derecha Santiago Bilinkis.

"El verdadero secreto de un buen emprendedor es seguir su pasión, no salir a ganar plata. Ganar plata es la consecuencia inevitable de hacer las cosas bien y de abocar su pasión en algo que termine cambiándole la vida a la gente", dice, y esboza la idea de que el fracaso de los que no llegan a concretar sus proyectos tal vez sea consecuencia de emprender por necesidad y no por convicción.

Hace diez años atrás nadie hablaba de emprendedores, ni de startups, ni de buenas ideas llevadas a la práctica, pero hoy, después de varias experiencias exitosas, esto cambió, y la cultura de los emprendedores está creciendo a pasos agigantados. Prueba de ello es que la Argentina se ubica como uno los 20 países con más emprendedores a escala mundial. "Hoy en día el mundo está abierto a que cualquier persona pueda capturarlo. La tecnología lo que hizo fue ecualizar y romper las barreras para que eso pase", resalta Freire. En este sentido, su deseo es dejar de ser CEO de compañías para ayudar a promover el emprendedorismo en el país. 

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