Desde que tenía seis años, Andy Freire supo que quería montar su propio negocio, y ni bien pudo, lo hizo. No fue una utopía ni un deseo pasajero. A los 24 años, sin temor al fracaso y guiado por la convicción de que lo iba a lograr, renunció a un puesto en Procter&Gamble, y lanzó junto a Santiago Bilinkis, una de las mayores empresas de venta de artículos de oficina por Internet: OfficeNet.
Quien apostó al proyecto casi a ciegas fue el padre de una amiga de una ex novia, dueño de una importante empresa de botellones de agua, que le facilitó medio millón de dólares para comenzar a rodar la iniciativa. "Lo fui a ver diciéndole que quería entender cómo era ser empresario y él lo que me dijo fue que tenía que pensar una vieja idea y ejecutarla mejor que los demás", cuenta Freire en una charla distendida de bar.
Andy es hijo de una profesora de inglés y de un médico traumatólogo. De esas raíces que poco y nada tienen que ver con el mundo emprendedor, surgieron él y su pasión por innovar y crear. Hoy, a los 40 años y con una vasta trayectoria que incluye experiencias como OfficeNet, Axialent y la más reciente Restorando, está convencido de que en Argentina abundan las oportunidades y las ideas por capturar.
Para Freire la pasión, la determinación y la inteligencia emocional son algunas de las capacidades que deben guiar a todo aquel entusiasta dispuesto a correr el riesgo de crear un proyecto nuevo. "La diferencia entre los buenos emprendedores y los malos no es la cantidad de desafíos que emprenden sino la capacidad de responder a esos desafíos de una manera distinta", señala el empresario, que además revela su intención de armar en el transcurso de este año una compañía de e-commerce en el país, junto a su mano derecha Santiago Bilinkis.
"El verdadero secreto de un buen emprendedor es seguir su pasión, no salir a ganar plata. Ganar plata es la consecuencia inevitable de hacer las cosas bien y de abocar su pasión en algo que termine cambiándole la vida a la gente", dice, y esboza la idea de que el fracaso de los que no llegan a concretar sus proyectos tal vez sea consecuencia de emprender por necesidad y no por convicción.
Hace diez años atrás nadie hablaba de emprendedores, ni de startups, ni de buenas ideas llevadas a la práctica, pero hoy, después de varias experiencias exitosas, esto cambió, y la cultura de los emprendedores está creciendo a pasos agigantados. Prueba de ello es que la Argentina se ubica como uno los 20 países con más emprendedores a escala mundial. "Hoy en día el mundo está abierto a que cualquier persona pueda capturarlo. La tecnología lo que hizo fue ecualizar y romper las barreras para que eso pase", resalta Freire. En este sentido, su deseo es dejar de ser CEO de compañías para ayudar a promover el emprendedorismo en el país.
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