Muchos quieren dejar la relación de dependencia, pero no todos saben cómo hacerlo. Mercedes Korin, asesora en planificación estratégica, nos da algunas pistas con una serie de conceptos para abordar esa conversión.
Mucha gente con la que me crucé en el último tiempo se está preguntando: ¿Cuándo es el momento, cuándo vale la pena pasar de ser empleado a ser emprendedor? Seguramente la cantidad de empleados que tiene esta inquietud va en aumento a la par que se incrementa la variedad de cursos, organizaciones y concursos para emprender.
En general este pasaje se plantea en términos de mercados, probabilidades estadísticas, planes de negocios, pero no se le presta tanta atención a los aspectos más personales que se ponen en juego a la hora de pensar un cambio de este tipo.
Para aquellos que tienen la fantasía de emprender siendo empleado, ella (Mercedes) sugirió una serie de preguntas que pueden ayudar a identificar dónde está uno parado y propuso un consejo para cada una de ellas:
1. ¿Cuál es mi motivación para emprender?
Fíjate si la motivación está centrada en la reacción ante alguna cuestión de ser empleado muy específica más que al propio deseo de emprender. Por ejemplo, si la motivación es básicamente el hartazgo por el jefe despótico, tal vez en realidad lo que querés es cambiar de área para tener otro jefe, o cambiar de empleo para no verlo más: emprender no es la única alternativa.
2. ¿Qué imagen tengo sobre los emprendedores?
Si lo que te viene a la mente cada vez que pensás en emprender es la figura idílica del "emprendedor feliz", sabe que es sólo una figura. El emprendedor no tiene problemas de empleado, ¡pero tiene problemas de emprendedor! Así que en realidad lo que uno elige (que no es poco) es qué tipo de problemas puede que vaya a tener.
3. ¿Con qué cuento de mí?
Ser sincero con uno mismo. ¿Soy autogestivo? ¿Tengo disciplina? ¿Tolero la frustración? Tener claro con qué habilidades, capacidades, experiencias (no necesariamente como emprendedor) uno cuenta para emprender. Y qué defectos o falencias también pueden llegar a incidir.
4. ¿Es el momento de emprender?
Si estás pagando un crédito, tenés familia a cargo, generás el único ingreso de la casa y llegás con lo justo a fin de mes es bueno que seas consciente de que emprendimiento y estabilidad económica no suelen ir de la mano. Y al contrario, si no tenés una estructura de gastos considerable y tenés financiamiento para emprender, que no te venza el temor de que nunca sea el momento justo: no existe el momento perfecto.
5. ¿Solo o con otros?
Emprender implica —entre otros factores—sostener en el tiempo, y eso suele ser más sencillo si se evitan la soledad y el aislamiento. Podés emprender junto con alguien (conviene probar con algún proyecto puntual antes de avanzar con todo) y/o o ser parte de organizaciones que nuclean a emprendedores. Además, generalmente es necesario contar con asesoramiento técnico (que se te haya ocurrido un buen producto o servicio no implica que sepas acerca de cada cuestión que hace al emprendimiento: financiamiento, papelerío, etc.).
6. ¿Cómo me sentiré después de la euforia inicial?
Conseguiste algo de financiamiento inicial, lográs dejar tu empleo y, después de los primeros días de euforia, es posible que sientas que en la misma estructura que te achataba cuando eras empleado había algo de contención: compañeros de trabajo, tareas planificadas, decisiones en manos de otros. ¡Que no decaiga! Habrá etapas donde las cosas no salen, como sucede en otros aspectos de la vida.
7. ¿Cómo sé si estoy encaminado?
Si desde le principio evaluás el emprendimiento sólo en términos de resultados ("Logré vender X cantidad o por X monto") es posible que te frustres, porque esos son hitos que suelen llegar en el mediano plazo. Pero como sin camino recorrido esos hitos no existirían, entonces hay que considerar los indicadores de proceso, que marcan justamente que uno está en el camino: encontrar un buen aliado, una forma de organizarse en el trabajo cotidiano, un diferencial en el producto o servicio ofrecido.
8. ¿Doy el salto?
Es probable que haya un tiempo en que seas empleado y a la vez emprendedor. Sí, ¡es mucho trabajo! Tal vez podés acordar una etapa de transición con un empleo de medio tiempo. Cada uno, según su contexto personal y familiar, podrá evaluar cuándo el negocio es suficiente o tiene el potencial requerido para dar el salto de empleado a emprendedor. Que no sea un salto al vacío, que la pileta esté llena y todas las metáforas que se te ocurran para ir con cautela, pero a la vez no demorarte si no es necesario.
Mucha gente con la que me crucé en el último tiempo se está preguntando: ¿Cuándo es el momento, cuándo vale la pena pasar de ser empleado a ser emprendedor? Seguramente la cantidad de empleados que tiene esta inquietud va en aumento a la par que se incrementa la variedad de cursos, organizaciones y concursos para emprender.
En general este pasaje se plantea en términos de mercados, probabilidades estadísticas, planes de negocios, pero no se le presta tanta atención a los aspectos más personales que se ponen en juego a la hora de pensar un cambio de este tipo.
Para aquellos que tienen la fantasía de emprender siendo empleado, ella (Mercedes) sugirió una serie de preguntas que pueden ayudar a identificar dónde está uno parado y propuso un consejo para cada una de ellas:
1. ¿Cuál es mi motivación para emprender?
Fíjate si la motivación está centrada en la reacción ante alguna cuestión de ser empleado muy específica más que al propio deseo de emprender. Por ejemplo, si la motivación es básicamente el hartazgo por el jefe despótico, tal vez en realidad lo que querés es cambiar de área para tener otro jefe, o cambiar de empleo para no verlo más: emprender no es la única alternativa.
2. ¿Qué imagen tengo sobre los emprendedores?
Si lo que te viene a la mente cada vez que pensás en emprender es la figura idílica del "emprendedor feliz", sabe que es sólo una figura. El emprendedor no tiene problemas de empleado, ¡pero tiene problemas de emprendedor! Así que en realidad lo que uno elige (que no es poco) es qué tipo de problemas puede que vaya a tener.
3. ¿Con qué cuento de mí?
Ser sincero con uno mismo. ¿Soy autogestivo? ¿Tengo disciplina? ¿Tolero la frustración? Tener claro con qué habilidades, capacidades, experiencias (no necesariamente como emprendedor) uno cuenta para emprender. Y qué defectos o falencias también pueden llegar a incidir.
4. ¿Es el momento de emprender?
Si estás pagando un crédito, tenés familia a cargo, generás el único ingreso de la casa y llegás con lo justo a fin de mes es bueno que seas consciente de que emprendimiento y estabilidad económica no suelen ir de la mano. Y al contrario, si no tenés una estructura de gastos considerable y tenés financiamiento para emprender, que no te venza el temor de que nunca sea el momento justo: no existe el momento perfecto.
5. ¿Solo o con otros?
Emprender implica —entre otros factores—sostener en el tiempo, y eso suele ser más sencillo si se evitan la soledad y el aislamiento. Podés emprender junto con alguien (conviene probar con algún proyecto puntual antes de avanzar con todo) y/o o ser parte de organizaciones que nuclean a emprendedores. Además, generalmente es necesario contar con asesoramiento técnico (que se te haya ocurrido un buen producto o servicio no implica que sepas acerca de cada cuestión que hace al emprendimiento: financiamiento, papelerío, etc.).
6. ¿Cómo me sentiré después de la euforia inicial?
Conseguiste algo de financiamiento inicial, lográs dejar tu empleo y, después de los primeros días de euforia, es posible que sientas que en la misma estructura que te achataba cuando eras empleado había algo de contención: compañeros de trabajo, tareas planificadas, decisiones en manos de otros. ¡Que no decaiga! Habrá etapas donde las cosas no salen, como sucede en otros aspectos de la vida.
7. ¿Cómo sé si estoy encaminado?
Si desde le principio evaluás el emprendimiento sólo en términos de resultados ("Logré vender X cantidad o por X monto") es posible que te frustres, porque esos son hitos que suelen llegar en el mediano plazo. Pero como sin camino recorrido esos hitos no existirían, entonces hay que considerar los indicadores de proceso, que marcan justamente que uno está en el camino: encontrar un buen aliado, una forma de organizarse en el trabajo cotidiano, un diferencial en el producto o servicio ofrecido.
8. ¿Doy el salto?
Es probable que haya un tiempo en que seas empleado y a la vez emprendedor. Sí, ¡es mucho trabajo! Tal vez podés acordar una etapa de transición con un empleo de medio tiempo. Cada uno, según su contexto personal y familiar, podrá evaluar cuándo el negocio es suficiente o tiene el potencial requerido para dar el salto de empleado a emprendedor. Que no sea un salto al vacío, que la pileta esté llena y todas las metáforas que se te ocurran para ir con cautela, pero a la vez no demorarte si no es necesario.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario