Vista desde esta perspectiva, toda empresa nace de la mente, el corazón y las manos de sus iniciadores.
Analizando en profundidad este proceso, podemos apreciar que para el nacimiento y puesta en marcha de una empresa es condición necesaria pero no suficiente la existencia de las competencias emprendedoras, aquellas que hacen que un emprendedor perciba las oportunidades, esté motivado para capturarlas y asuma el riesgo de poner en marcha un emprendimiento.
Luego, para efectivamente transformar esa idea en un emprendimiento, hacen falta las competencias empresarias para obtener y alinear los recursos necesarios, personas, capital, tecnología, información, para implementar el modelo de negocio que se desea. Y, por último, hacen falta las competencias gerenciales que son indispensables en la etapa de consolidación y crecimiento de la empresa, en tanto permiten administrar eficientemente los recursos.
En realidad, todas estas competencias son necesarias en forma recurrente en toda la vida de una empresa, ya que una empresa debería estar siempre recreándose, repensándose y, al mismo tiempo, consolidando su crecimiento. No todos los emprendedores tienen todas estas competencias, pero todos deben saber que deben incorporarlas a la empresa, a través suyo o de otros, por eso la importancia de contar con un equipo con competencias complementarias.
Es importante destacar que emprender luego de haber hecho una corta o larga carrera empresaria tiene la ventaja, sobre todo si se emprende en la industria en la que se trabajó, de tener conocimiento, experiencia y vínculos con personas clave.
Asimismo, emprender con éxito está más asociado a saber implementar y gestionar el proyecto que a la gran idea revolucionaria. Por eso la experiencia de haber trabajado en una empresa es un activo importante.
Desafíos del emprendedor
La primera tarea de un emprendedor es unir recursos en forma integrada, poniendo juntos personas, ideas, información, capital, infraestructura, tecnología, tras la búsqueda de un objetivo común, que finalmente redunde en beneficio tanto propio como de las personas que participan, y de la sociedad en la que está inmerso. De eso se trata cuando pensamos en crear y llevar a delante una empresa. También es importante destacar que, como se ha dicho muchas veces, ideas hay muchas, oportunidades un poco menos, pero ideas que capturen verdaderas oportunidades, y que logren implementarse con éxito, son escasas. Y es allí donde la acción del emprendedor hace la diferencia.
Dentro de esta función es clave para la gestión de un emprendimiento conseguir y atraer al proyecto a la gente adecuada, reconocerla, reclutarla, motivarla, darle el espacio y las condiciones para que desarrolle su trabajo y se potencie, compensarla, hacer de la empresa un lugar donde la persona sienta que puede ser más persona a través de su trabajo y de la interrelación con los demás.
Son también claves el planeamiento (la definición de la misión, los objetivos, la estrategia, las tácticas, el timing, los riesgos, el manejo de los recursos),
el desarrollo del producto o servicio, el análisis de mercado, el planeamiento del marketing, la definición de los precios, el manejo de las ventas, el manejo de la operación, el control de los inventarios, el análisis de los costos, el manejo de los proveedores, el control de la producción, el control de calidad, el manejo de la logística, la obtención de los recursos financieros, el manejo de la caja, la política de créditos u cobranzas, el manejo de los profesionales de soporte ( abogados, contadores, consultores), el manejo de la propiedad intelectual ( marcas, patentes, licencias), de la tecnología, de la innovación.
Por último está la capacidad del fundador para generar una visión y ser capaz de liderar, inspirar, persuadir y compartir su sueño, logrando que otros se motiven.
Haber trabajado en relación de dependencia, sobre todo en puestos de responsabilidad, constituye un entrenamiento que puede ser muy útil al momento de emprender.
Por supuesto, hay que prepararse, formarse, tener información, rodearse de gente con talento, saber escuchar, aprender de los fracasos, y, sobre todo, animarse.
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