Si eres emprendedor, es imprescindible que utilices las redes sociales, tanto para estar en contacto con tus clientes como para atraer a aquellos potenciales.
“Pero mi sector no está orientado a internet, tengo un restaurante/empresa de reformas/negocio local”
Si ése es tu caso, mejor aún, ya que llegando el primero podrás aprovechar la ausencia de competencia online. Las redes sociales maximizan el poder del boca a boca, y son un entorno perfecto para, por un lado, llegar a un gran número de clientes potenciales de forma fácil y sin gastar un duro y, por otro, crear una comunidad activa alrededor de tu empresa.
La importancia del branding social:
Si quieres que tu empresa llegue lejos gracias a las redes, guarda esta palabra a fuego en tu plan de negocio: el branding. Aunque suene algo rimbombante, no es más que el proceso por el que se construye una marca, dotándola de valores y personalidad.
En un proceso de branding hay que tener en cuenta, por una parte, la imagen “tangible” de la marca: el logotipo, el nombre, la calidad de su servicio o producto… y, por otra, el tema que nos ocupa aquí: los valores que la marca transmite, su personalidad, lo que queremos que los demás piensen de nosotros. Esto lo conseguimos mostrando aquellas cualidades que queremos destacar de nuestra empresa: innovadora, grande o pequeña, tradicional, familiar, artesana…
La presencia online nos proporciona herramientas valiosísimas para conseguir que los clientes nos asocien con esa identidad que queremos transmitir.
El marketing emocional:
Tengamos algo claro desde el principio: no has decidido emprender para hacer amigos, sino para ganar dinero. Pero aquellas empresas en las que más confiamos son las que, en cierto modo se humanizan. Y en esto consiste el marketing emocional: en vender apelando, directamente, a los sentimientos de la gente.
Las relaciones de valor se construyen con valor:
Si jugamos bien la carta del marketing emocional podremos conseguir muchos clientes pero, ¿qué hacemos con ellos después?
Piensa, por un momento, en el tipo de cliente que quieres para tu empresa. Todos queremos clientes fieles, no gente que viene, aprovecha una oferta en un determinado momento y se va. Queremos clientes a los que podamos llamar amigos: que vuelvan a nosotros una y otra vez, que se dejen aconsejar, que nos recomienden a los demás, que hablen bien de nosotros. Queremos, en definitiva, construir una comunidad alrededor de nuestra marca.
Tendrás que dedicar bastante tiempo y esfuerzo: las cosas que merecen la pena no se consiguen en un par de días, pero si sigues una estrategia adecuada llegarás a gran cantidad de gente y te garantizo que, con el tiempo, obtendrás resultados.
Si estás utilizando las redes sociales de la empresa solo para promocionar aquello que vendes, deja de hacerlo de inmediato, porque estás cometiendo un grandísimo error (quizá el más importante).
Ponte en el lugar del cliente, e imagina que sigues a una empresa que solo se dedica a poner enlaces de sus productos cada cierto tiempo. ¿Qué pensarías? Que es una empresa aburrida, que lleva las redes sociales con desgana, que está haciendo spam. Seguramente dejarías de seguirla al poco tiempo. ¿Sabes por qué? Porque no te aporta nada.
Las redes sociales son caminos de doble vía, y debemos interactuar con nuestros clientes, haciéndolos partícipes de la comunicación. Si queremos que sean nuestros “amigos”, debemos tratarlos como tal: ofreciendo antes de pedir.
Es fácil comenzar a construir relaciones a pequeña escala: ofrece consejos útiles para tus clientes relacionados con tu sector, pide opiniones y sugerencias sobre tus productos o servicios, expón tus pensamientos, responde siempre a las interacciones de tus usuarios y comparte información interesante. Si das mucho antes de pedir nada, la imagen que tus clientes tienen de la empresa mejorará de forma ostensible, y las páginas de las redes sociales dejarán de ser un mero escaparate para mostrar que tu empresa es cercana, que aporta contenidos valiosos o útiles para los demás, que está comprometida con su comunidad de clientes.
Esto no significa que dejes de promocionar tus productos, ni mucho menos: el usuario admitirá tu promoción como algo natural a cambio del valor que ofreces, y la recibirá de forma mucho más positiva. Pero no te pases: las publicaciones promocionales no deberían superar el 20% del total.
Si la web de tu empresa tiene un blog, o tienes posibilidad de crearlo, ¡perfecto! Establece un plan de publicaciones periódicas para poder actualizarlo con frecuencia, publicando siempre contenido de valor para tus clientes. Mantener un blog te llevará bastante tiempo, pero tus esfuerzos se verán recompensados de tres formas:
Por un lado y como vimos antes, estarás proporcionando contenido útil a tu comunidad de usuarios.
Por otro, la posición de tu web en las búsquedas de Google subirá como la espuma (a Google le encantan las páginas que se actualizan con frecuencia).
Y, por último, conseguirás muchos clientes potenciales que lleguen a tu web gracias a la búsqueda de esos contenidos.
Como ves, crear tu imagen de marca y mantener una buena reputación online no es cosa de un día, pero el esfuerzo realmente merece la pena.
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