No se trata de convertirse en una especie de cazatalentos o algo parecido, aunque sí de aguzar el olfato emprendedor para saber dónde, cuándo, cómo y de qué forma podemos aprovechar una determina circunstancia o situación.
A veces, aunque cueste creerlo, las oportunidades de negocio pasan delante de nosotros y no las vemos. O quizá sí las vemos, pero no sabemos aprovecharlas. He ahí una de las principales características de los emprendedores de éxito.
La periodista y especialista en comunicación, redes sociales y e-learning Ana Calzada nos presenta algunos de los puntos claves a tener en cuenta para saber captar esas nuevas oportunidades.
¿Cómo identificar esas oportunidades?
No existe una receta mágica para ello, aunque sí puede hablarse de una serie de estrategias que pueden ayudarnos a aguzar el sentido de la oportunidad. En últimas, es una cuestión de visión.
Detectar clientes insatisfechos. En todo mercado existen clientes que no están a gusto con los productos o servicios que consumen. Un buen emprendedor debe saber detectarlos y establecer un trato directo con ellos para conocer en dónde se originan las causas de su insatisfacción. De igual forma, es posible que encuentre consumidores que se declaren supraservidos, es decir, saturados por las distintas ofertas. En cualquiera de los dos casos, lo importante es identificarlos y tratar de diseñar estrategias que puedan cubrir ese grado de insatisfacción.
Buscar fallos del mercado. A veces, esa insatisfacción se origina en el mercado y no en las expectativas de los clientes. En este sentido, el emprendedor debe explorar el mercado a fondo para tratar de detectar dichos fallos y, a su vez, tratar de corregirlos. Si lo hace bien, puede llegar a ser un elemento distintivo de su marca.
Observar otros mercados. La mejor manera de hacerlo es viajando. La mente se abre a nuevas posibilidades. El intraemprendimiento no sólo consiste en identificar productos y estrategias de venta, sino también en tratar de establecer las causas que llevan a que un producto sea exitoso o no. La idea es adaptar lo aprendido al contexto propio.
Aplicación de nuevas tecnologías. En un mundo cada vez más dinámico y en el que la presencia de los medios digitales adquiere tanto peso, es casi una obligación que las empresas empleen canales o recursos de este tipo para optimizar sus procesos y sus estrategias de venta. Redes sociales, Internet y las aplicaciones propias (App) son sólo algunas de las múltiples posibilidades que existen. Su uso, en la actualidad, es sinónimo de notoriedad, presencia, posicionamiento y opciones de expansión.
Aparición de nuevos públicos. A veces, como consecuencia de los cambios que se producen dentro de una sociedad, aparecen nuevos focos de consumidores. Lo ideal es saber todo sobre ellos: edad, perfil, características, necesidades, hábitos de consumo, capacidad adquisitiva, entre otros factores.
No olvidar a los clientes habituales. Sin embargo, el emprendedor nunca debe dejar de preocuparse por los consumidores habituales. Un trato directo y constante con ellos permite identificar su grado de satisfacción con el producto y nuevas necesidades que surjan. Además, los clientes habituales ofrecen la ventaja de que ya han establecido un vínculo con la marca y no es necesario invertir nuevos recursos para acceder a ellos. La idea es reforzar ese vínculo a través de la confianza.
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