jueves, 3 de julio de 2014

No es necesario ser un super hombre

Christopher D'Olier Reeve (Nueva York, 25 de septiembre de 1952- Mount Kisco, 10 de octubre de 2004) fue un actor, director de cine y activista estadounidense, conocido por su papel en la serie de filmes basados en el popular personaje de cómics Superman.

Todos tenemos diferentes fuerzas e inseguridades. Los líderes con verdadero coraje y valor apartan sus dudas y miedos y dicen: “Sígueme”. Tras mi accidente a caballo en el año 95, cuando tenía 42 años, quedé paralizado y con no más de un 50% de posibilidades de supervivencia. Hasta entonces, mi identidad como actor, como marido y como padre, había estado centrada en hacer cosas, era una persona muy activa y disfrutaba de una vida intensa. De repente, me encontré sin poder hacer nada por mí mismo. Después del accidente, tuve que aprender a vivir de una forma nueva, al igual que mi mujer, y a relacionarme con mis hijos (de 15, 11 y tres años) y con quienes me rodeaban.




10 DOLOROSAS LECCIONES

De mi experiencia en los últimos nueve años, de mis esfuerzos para sobreponerme a la parálisis y recrear mi nueva vida, he aprendido algunas lecciones:

Primera: Discurre una nueva forma de vivir y liderar. Un elemento esencial de una buena gestión es saber cómo ir a un plan B rápidamente. Eso es algo que aprendí sobre la gestión de una crisis. Con poco más de 40 años tuve que aprender a vivir de manera distinta, a liderar, comunicarme y ser padre de una forma diferente. No podía hacer nada sin ayuda y pensé: “Ya no estoy cualificado para ser marido o padre. Solo seré una carga para mi familia”.

Segunda: No remuevas la culpabilidad, la duda y el miedo. Yo tenía un cargo de culpabilidad bastante grande por haber sobrevivido. Por ello, tuve que aprender a perdonarme a mí mismo por haber sufrido un accidente. Desde una posición de liderazgo, es necesario eliminar la duda, el miedo al fracaso y cualquier otro sentimiento limitativo que cuestione la capacidad de alguien para estar a la altura de la tarea que tiene ante sí; ni pensar que las personas te encuentran deficiente de alguna forma. Mi nuevo trabajo consistió en no auto compadecerme, no gimotear y no repetir mentalmente el accidente… No vivir en el pasado. De repente, era miembro de un grupo al cual no quería pertenecer, y del cual me habían hecho presidente sin ni siquiera haber tenido que pasar por unas elecciones.

Tercera: No permitas que nadie te diga que algo no se puede hacer. Tuve que sobreponerme a la dura prognosis de los médicos, quienes solo me daban un 50% de posibilidades de sobrevivir y, virtualmente, ninguna posibilidad de recuperar movimiento o continuar mi carrera. Por ello, mi primera regla es nunca aceptar ultimátums ni tampoco personas que me digan que no lo puedo hacer. Algo de esto ya había aprendido en mi carrera de actor, pues muchas veces me habían rechazado para ciertos papeles.

Cuarta: Basa las esperanzas de futuro en cimientos sólidos. Durante siglos, los médicos creyeron que la médula espinal no podía ser regenerada. En los años 90, algunos se dieron cuenta de que podía regenerarse bajo ciertas condiciones. Basándome en este descubrimiento, conseguí liderar a mi familia y salir de la depresión. Aquello me dio esperanzas, algo muy diferente del optimismo. La esperanza está basada sobre la posibilidad lógica. Para sacar tu vida adelante no puedes decir de una forma ciega: “Todo va a salir bien”, sino que has de ser capaz de decir: “Esto es lo que es posible, y esto es lo que vamos a hacer. Estos son nuestros objetivos”.

Quinta: Lidera con una visión, una voz y confianza. A mi hijo de cinco años le enseñé a montar en bicicleta explicándole que no tenía que mirar al suelo ni a los pedales, sino que tenía que mirar hacia delante, dirigiendo su mirada a donde quería ir. En cuestión de minutos ya estaba montando. A mi hija adolescente le expliqué que no se dejase asustar por mi raro accidente, y que continuase montando a caballo. Más adelante, sentí una gran satisfacción al saber que no solamente recuperó la confianza para seguir montando a caballo, sino que la nombraron capitana del equipo de polo de su colegio. El liderazgo se basa en la credibilidad y la confianza que, respecto de tu visión y de tu voz, consigues sobre  otros.

Sexta: Involucra a los demás en tu misión. Has de conseguir investir en quienes te rodean la capacidad de que sientan que sus contribuciones son vitales para el éxito de la misión. Como director de cine, tengo una idea de a dónde quiero que vaya una escena, pero si intento imponerla, le quito la iniciativa al actor en el proceso de compartir su capacidad personal de aportar. Es un error imponer en exceso. Los grandes líderes aportan la dirección y la capacidad de guiar, pero siempre aceptan gratamente las ideas de otros. Si las personas sienten que sus opiniones se valoran, harán lo imposible por ti. Todo el mundo da el máximo de sí mismo y trabaja mejor en equipo si tiene claro que la misión es más grande que los individuos que la llevan a cabo.

Séptima: Que tu vida laboral sea inspiradora. El pasado verano estaba en Nueva Orleans dirigiendo una película que revivía la vida de Brooke Ellison, una chica de 11 años que fue atropellada por un coche en el año 1991. Le rompieron prácticamente todos los huesos de su cuerpo y quedó paralítica. Sin embargo, con la ayuda de su familia, especialmente de su madre, consiguió acabar el bachillerato y entrar en la facultad de Derecho de Harvard. Durante el rodaje de la película, hacía calor trabajando entre los decorados  y teníamos problemas de tiempo y presupuesto. El hecho es que estamos consiguiendo cumplir los plazos, porque el equipo está tremendamente involucrado. La historia les inspira. Si consigues que el trabajo inspire, todos se sentirán atraídos por él.

Octava: Haz algo por los demás, por aquellos que tienen menos capacidad que tú. Yo tuve la suerte de poder acceder a la última tecnología médica y recibir los mejores cuidados. Hay muchas personas discapacitadas que sufren todavía más, debido a los altos costes sanitarios que enfermedades como la mía acarrean. Después de mi accidente, mi compañía de seguros se negó al pago de un ventilador asistido de repuesto, un pieza muy importante por si fallaba el que tenía. Me volví más sensible a las presiones financieras de las empresas aseguradoras y pude comprobar la relación antagónica entre los pacientes y las compañías de seguros. Con la intención de hacer algo sobre los altos costes sanitarios para aquellos que tenían menos capacidad para pagarlos, me asocié con una importante compañía de seguros con el objetivo de educar a las familias de los niños en hábitos saludables de vida, reduciendo así los costes médicos.

Novena: Tras un revés, reagrúpate y plantea nuevos objetivos. Si te sientes paralizado en el progreso hacia tus objetivos o tu misión, te animo a que sigas adelante y te pongas nuevos objetivos basados en una sólida esperanza en las posibilidades futuras que estén en un entorno plausible. Es posible que tengas que aprender una nueva forma para influir en las personas. Yo he aprendido que puedo tener una mayor influencia en mis hijos no haciendo cosas con ellos o para ellos, sino simplemente estando allí para ellos, escuchándoles y amándoles tal y como son. Poco después del accidente, mi mujer me dijo: “Sigues siendo tú y te quiero”. Eso era esencialmente todo lo que necesitaba para continuar queriendo vivir y aprender.

Décima: No puedes quedarte fuera y mirar desde la distancia una situación en la que puedes influir positivamente. Con las debilidades y la falta de capacidades que todos tenemos, para muchos lo más sencillo es pensar que no podemos hacer nada por cambiar situaciones que nos afectan negativamente. Lo cierto es que he aprendido que, cuando reflexiono sobre una situación, siempre me vienen una o dos formas con las que poder influir en ella, directa o indirectamente. Creo que la clave para cambiar una situación, o al menos para tener cierta influencia en una decisión, es demostrar un sincero interés por alcanzar una solución justa.

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