En las profundidades de una remota montaña situada en el oeste de Texas, se está construyendo un gigantesco reloj que funcionará durante la friolera de 10.000 años. El reloj tendrá más de 50 metros de altura, estará construido con aleaciones y materiales cerámicos de última generación, y funcionará con energía solar. Sus complejos mecanismos de campanas y carillones permitirán hacer sonar una melodía diferente cada día, y saldrá una especie de cuco cada 100 años. Su coste estimado de más 40 Mil de dólares lo financia Jeff Bezos, el fundador de Amazon, de su bolsillo privado.
¿Por qué alguien invierte tanto dinero en un reloj cuyo cuco no llegará a ver salir ni la primera vez? Pues bien, dice Bezos, que este reloj es su tributo al pensamiento a largo plazo; el factor de éxito más importante en la historia de su empresa, e igualmente de enorme importancia para el avance de la humanidad en su opinión.
En primer lugar, argumenta Bezos, pensar a largo plazo permite plantearse solucionar retos que en el corto plazo parecen imposibles, por ejemplo, el hambre en el mundo. Argumenta, que si alguien se fija el objetivo de erradicarlo en un año nadie lo vería razonable. Pero si el tema se plantea a 100 años, ya no parece tan imposible. En muchos retos, «simplemente» cambiando el horizonte temporal, por lo general cambia también el enfoque del reto, ya que, por ejemplo, pasamos a centrarnos en mejorar primero el contexto o los medios disponibles. Esto es algo que en la ciencia se tiene bastante claro.
Pero el visionario Bezos quiere igualmente destacar una segunda vertiente del pensamiento a largo plazo. Se trata del impacto y las consecuencias de nuestras acciones en el futuro. Muchas veces nos damos satisfechos con soluciones que parecen positivas en el momento, aunque sabemos (o queremos ignorar) que posiblemente tengan consecuencias negativas más adelante.
Al margen del toque excéntrico de la iniciativa, creo que el mensaje subyacente (desgraciadamente) es de máxima relevancia en el mundo de la empresa. Por lo general predomina clarísimamente «el ahora y aquí» frente a cualquier perspectiva más a largo plazo. Muchos CEOs ya no piensan siquiera en años, sino en trimestres, que es la periodicidad con la que reportan sus resultados financieros a los mercados.
Pero todo directivo sabe que efectivamente en el mundo de la empresa hay palancas de éxito cuyo desarrollo requiere de tiempo. Rentabilizar un buen servicio al cliente vía su fidelización, por ejemplo. Los clientes volverán más a menudo, comprarán más variedad, o incluso recomendarán la empresa a amigos o familiares. Pero este comportamiento tardará un tiempo en reflejarse en la cuenta de resultados. Similar razonamiento aplica a la apuesta por formar a los empleados, implantar un programa de mejora de eficiencia, o invertir en I+D. Suelen ser esfuerzos con carácter de maratón más que de sprint.
Igualmente conviene recordar que la lógica inversa también suele ser cierta, y que en la práctica resulta tentadora para los directivos, especialmente en tiempos difíciles. Reducir la calidad de servicio al cliente, o cortar el presupuesto de inversión en I+D o formación, en el corto plazo pueden significar un ahorro importante de costes. Pero si somos honestos sabemos que a largo plazo tendrán un impacto negativo en la cuenta de resultados.
Por todo ello, posiblemente no sea casualidad que este tributo al pensamiento a largo plazo venga de la mano de un perfil de empresario como Jeff Bezos. Es un hecho que muchas de las grandes empresas admiradas por todos nosotros tienen (o tuvieron) a un gran empresario al frente durante décadas. Aparte de la propia Amazon, se me ocurren ejemplos a lo largo y ancho del planeta: Apple, Wal-Mart, o Dell en EEUU, Ikea o Zara en Europa, Toyota o Samsung en Asia.
Puede que en definitiva, este reloj, cuya visita requerirá varias horas de caminata para darle carácter de peregrinación, sea “simplemente” un recordatorio más de la enorme importancia que en el management tienen virtudes tan clásicas como la paciencia, la perseverancia, o el esfuerzo; tan a menudo citadas, pero tan pocas veces practicadas por la mayoría de nosotros.
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